<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d5694828260902854842\x26blogName\x3dla+refrigeradora\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://larefrigeradora.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_ES\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://larefrigeradora.blogspot.com/\x26vt\x3d7899298325688694599', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>
 

Ave, Eva


por césar bedón. fotos originales de kiko castro mendívil.
“Tú dirás para qué soy buena” dice, y se sienta con nosotros a almorzar. Quizás sea la artista más querida de este país-bello-durmiente en el cual vivimos. Radicada ahora en New Jersey, desde donde impulsa su carrera internacional, la reina del landó se reafirma en su deseo de cantar otros tipos de música. Salsa, por ejemplo. Además, comparte con nosotros una receta. Desde la otra mesa su hermana Rosa nos observa… Con Eva Ayllón hablamos sobre cocina, sobre los desniveles de la fama, y sobre el sonambulismo chocolatoso. Dice que es la primera vez que da una entrevista como esta.


Pensé que nos citarías en un restaurante más privado, digamos.
(Sonríe). Me gusta la comida aquí. Cuando entro la gente voltea, pero todo tranquilo. Igual en un rato empezarán a acercarse, vas a ver.

¿Puedo preguntarte por esa pequeña cicatriz en tu frente?
Me la hice a los seis años, creo. Me empotré contra una pared jugando carnavales: me chisguetearon y pom. Y allí sangra… Mi abuelita se desmayó. Y el chico que me recogió tenía pantalón blanco y no me quiso llevar a ningún lado: si no, me hubieran hecho puntos y no hubiera quedado así. Yo digo: si pasa cualquier cosa, reconózcanme por la cicatriz (risas).


Causitas de langostino. Portobellos a la parrilla. Tiradito de la casa.

¿Siempre te persignas antes de comer?
Sí. No rezo porque ya Diosito sabe. ¡Guau, tiradito! Antes no había aquí.

Mañana tienes un concierto. Supongo que ya estás en un estado de ánimo especial.
Sí, desde que he llegado al Perú. Estoy ansiosa. Ya quiero que se prendan las luces, que haya gente, que haya aplausos. Pero tengo miedo, ¿eh? No sabes cuánto. Yo le doy gracias a Dios porque todo esto significa que mi trabajo no ha sido en vano. Mi esfuerzo, mi sacrificio... Todas las veces en que tuve que ponerme a dieta, levantarme temprano para hacer ejercicios y estar en forma, para estar parada en el escenario: ese es el pago.

Es curioso: si yo fuera cantante diría que lo importante es mi voz, y si estoy gordo o flaco es asunto mío.
Mmm… Mi caso es distinto porque yo soy pretenciosa, presumida. Antes yo decía “bueno pues, tengo panza, se me ha caído esto de aquí, ya pues”. Pero conocí a unos magos del bisturí, y ahora soy una mujer de 51 años que ha logrado quedarse en talla 10. Antes era 16. Me gustaría ser talla 4 pero eso es para las teenagers… Mi contextura es gruesa pues: soy una mujer de raza negra, tengo mis protuberancias (risas). Tengo que darle gracias a Dios porque no estoy mal.

No, estás rebién. Y me sorprende que hables tan abiertamente de tus cirugías.
Todo el mundo sabe que yo me operé en el 2000. En el 2002 me hice el último retoque. Me he hecho abdominoplastia, lipoescultura, levantamiento de busto. Aunque no volvería a entrar al quirófano. Es solamente cuestión de cuidarse…

¿Sufres con el tema de la comida?
Muchísimo. Tengo que tomar agua, agua y agua. Es verdad que bajas de peso ¡pero a mí me gusta comer pues, soy peruana! Me encantan los piqueitos, el ajicito, los frejoles, los tallarines, el cebiche. Detesto la polenta, eso sí. De chiquita me demoraaaba en comerla… Tú no sabes tampoco qué carne no me gusta: todo el mundo muere por ella, pero yo la detesto. El pato. Este bendito animal, siendo tan sabroso, es insoportable para mí. Debo tener algún recuerdo escondido de mi infancia sobre eso.

Es posible. Mi papá no puede ni ver pollo porque en su casa criaban y luego se los comían.
¡Ah, no! Yo tengo una historia. Nunca voy a olvidar cuando tenía diez, once años. Yo venía de mi colegio y un pollito empezó a seguirme. Ya estaba grandecito pero empezó a seguirme. Lo he llevado a mi casa y he vivido con el pollito. Creció y fue una gallina blanca, hermosa, gorda. Y sus primeros huevos los puso al lado mío, en mi cama. Yo me comía sus huevitos. Un día es mi cumpleaños y me voy al colegio, y cuando regreso mi abuela me dice “mamita linda, ya está tu almuerzo, feliz cumpleaños”. Y yo llamándola a mi gallina como a perrito. Y nada... “Mami, mi gallina” le pregunto a mi abuela. “Ahí esta servida pues hijita…”.

Qué terrible. No te la comiste, supongo.
No, obviamente. La odié a mi abuela, porque ella mató a mi gallina.

Sin embargo fue tu abuela fue quien inculcó en ti el amor por la música.
Sí. Cuando la música aparece en mi mundo yo tenía tres años de edad: cantaba boleros. Me subían a la mesa o me sentaban en algún lugar alto y entonces “canta Evita”. Y yo cantaba. “Kio kio kio kio, lejos lejos ya me voy…”. Completitos los boleros de Pedrito Otiniano, de Lucho Barrios. Participé en varios concursos cuando estuve en primaria: te hablo de los años sesenta, cuando estaban de moda Palito Ortega, Marisol… Pero para aprenderme un tema de esos tenía que aprenderme primero tres valses. Eso era requisito de mi abuela. Yo vivía en la quinta San José, paralela a Melitón Carbajal, y en mi casa a las cinco de la mañana se escuchaba huayno, a las siete boleros y a las doce los valses, con el almuerzo.

¿Y qué se comía a las doce?
Lo que hubiera. ¿Sabes qué recuerdo mucho? Un plato muy… ¿cómo decirlo? No puedo decir que era de pobres, no. Era un guiso de papas. Con aderezo de cebolla, ajo, orégano, comino. Luego las papas en trocitos se freían un poquito, se hervían en agua y ya está. No lo preparaban mucho, pero lo recuerdo. También recuerdo el pavo encebollado. ¿Sabes cómo es eso? Camote sancochado, con su encebollado encima y su arroz.



¿Qué cocinas ahora en tu casa, Eva?
Todos los lunes hago lentejas. Así me enseñó mi abuela: “para que nunca nos falte comida en la olla”. Y los viernes preparo unos frejoles deliciosos. Cocino rico.

Ahora cualquier insumo peruano se consigue en Estados Unidos, ¿verdad?
Sí, pero es caro. Tienes que pagar… Espérate. ¿Cuánto cuesta la bolsa de papas, Rosa? ¿Cuatro noventa? Ya ves, casi cinco dólares por cuatro papas huayro chiquitas. Ahora que vivo en Estados Unidos estoy de ama de casa: yo nunca antes había cocinado, a pesar de que sabía.

¿Tienes algún plato que sea tu especialidad?
Mira, una vez fui a la cebichería de un amigo y me dieron un platito con choclo crudo, frito con un poquito de sal. Un día se me ocurrió echarle limón –mira, se me hace agua la boca– y su rocotito. Lo probé: cebiche de choclo. Ahora lo como todos los días de mi vida. Mi hijo Francisco ya aprendió a hacerlo. A mis músicos les encanta, cada vez que me ven reclaman...

¿Sabes qué sería genial? Cuéntame cómo lo preparas. Sería “cebiche de choclo a lo Eva Ayllón”.
Es sencillo, mira. Primero haces el ají. Agarras rocoto, ají escabeche, ají limo –los tres colores: rojo, morado, amarillo–, una cebolla entera y pimienta entera. Sancochas un poquito. Luego le echas agua fría, escurres y esperas a que enfríe para soasar los ajíes en aceite muy caliente. Otra vez que enfríe un poquito y todo va a la licuadora, trrr… Luego echas el choclo crudo en aceite, un poquito más de lo normal. Tiene que estar muy caliente para que el choclito se dore. Este choclo con ese poquito de grasa lo vacías en una fuente. Entonces lo aderezas: sal, pimienta. Dicen que el ajinomoto no se usa en el cebiche pero yo le echo un poquito. Luego tres, cuatro cucharadas grandes del ají. Tiene que quedar picoso y saladito. Le echas dos o tres limones, dependiendo de la cantidad. Calentito, así lo comes. Y desaparece.


Lomo saltado término medio con tacu tacu de frejoles. Risotto criollo de mariscos. Papardelle a la crema con salsa de champiñones.

Dime, ¿sigues practicando imposición de manos?
Sí. Yo antes no decía esto porque no veía la necesidad. Pero hace 16 años pertenezco a un agrupación llamada Mahikari, donde practicamos imposición de manos, y sanamos personas enfermas. No me cambié de religión ni nada por el estilo, porque aún soy creyente. Pero las puertas de la iglesia no están abiertas siempre que una lo necesita; en cambio el dojo está abierto de 6am a 11pm todos los días. Puedes ir en cualquier momento a cerrar tus ojos y estar contigo misma. En Estados Unidos he ido poco, porque yo vivo en New Jersey y el dojo queda en New York.

A mí me parece que cantar es algo muy espiritual también.
¡Claro, es un milagro de Dios! Poder darle una alegría a tu pueblo, que reaccione con lo que tú haces y que eso te procure una vida placentera –no de lujo, pero sí cómoda– es un milagro... A veces, en alguna presentación afuera me han dicho “hemos viajado ocho horas para estar aquí contigo”. ¿Cómo no voy a pararme a darte un autógrafo? Una vez en Milán, después del show atendí como a cien personas. Yo siempre llevo mis hojitas con mi lapicero, mi fotito. Al final tenía el dedo ampollado. Cuando ya me estaba yendo del local había una voz: “falto yo…” pero ya no volteé. “Negra sobrada” me gritaron. ¿Tú sabes lo que es dar cien autógrafos?

No.
Cuando estuvimos en el Teatro Municipal había toda una cola que daba la vuelta a la cuadra. Me apagaban las luces para que me fuera, y terminé dando autógrafos con una linterna.

Hay esta imagen del cantante, específicamente del cantante de música criolla, como una persona sufrida. ¿Tú te sientes así?
Mmm. Creo que sí. Aunque, claro, yo además de música criolla canto música internacional: me he vuelto una “alineada”...

Lo dices como si te lo hubieran reprochado.
Hasta ahora no me lo aceptan. Mira, donde yo voy tengo que cantar Mal paso, el homenaje a Los Kipus, el homenaje a Lucha Reyes, Que somos amantes, Cuando llegue la hora, Qué de mí, De qué estoy hecha. Tengo como una aureola con los títulos de esas canciones escritos. Una vez que termina eso: “ahora sí, ya puedes irte”.

Qué difícil.
Te voy a decir mi verdad. Cuando llega el momento de “las inevitables” yo digo “ay”. Pero cuando empiezo a cantar, es como si las cantara por primera vez: mi sentimiento, mi entrega es virgen. Esas canciones me han dado todo. Pero, sinceramente, también quiero innovar... Yo entro al escenario y le digo al público “traigo canciones nuevas. Primero voy a cantar esas y luego las que ustedes quieren”. Después me digo “¿para qué innovar si siempre voy a terminar cantando lo mismo?”. (Dirigiéndose a una fan, que se acerca a la mesa con bloc y lapicero) Después, por favor.

Alguien decía que las canciones son como camisetas. Puedes tenerlas encima un tiempo, pero luego tienes que buscarte nuevas.
Yo tenía un show que se llamaba La noche diferente, donde hacía trova, salsa, boleros, música folclórica argentina. ¿Cuánta gente crees que iba a verme?

No sé, ¿cien?
Dos mesas de cuatro personas. Te lo juro. Y ha sido hace poco. “¿Y Mal paso? ¿Y Que somos amantes?”. “No, esta noche no hay valses, devuélvanle su dinero al señor”. Y se han parado y se han ido… Mi compadre Alberto Cortéz decía “yo he tenido shows donde he visto a mi enemigo sentado frente a mí. Lo he visto con su baba verde, mirándome, como diciendo ‘a ver, diviérteme pues’”. Terrible, ¿no? Digamos que yo no soy una excelente intérprete de otros ritmos, pero sí una buena intérprete. ¡Lo hago bien! De lo contrario no estaría cantando con Jean Pierre Magnet, por ejemplo…

Tú siempre has querido desencasillarte. Esto no sé si lo he soñado, pero ¿tú has cantado alguna vez un tema de Vanilla Ice?
(Risas) Sí.

Entonces no lo había soñado.
Metí dentro de Torito pinto un pedazo de Ice ice baby (risas). Otra vez, en un popurrí de música negra metí La macarena. Yo siempre me he burlado un poco de los temas de moda. Claro que no a todo el mundo le gusta eso, pero nosotros nos divertimos en el escenario. Si no quieres reírte de estas payasadas –porque yo quiero lograr en ti una sonrisa, y luego un aplauso–, entonces no me mires pues... Lo pienso, claro, jamás lo voy a decir. Extraño mucho a mis músicos, sabes. Tenemos una comunicación muy especial. Cada reencuentro es una cosa de a-man-tes.

A mí me pareció fascinante escucharte cantar “Vivir lo nuestro” con Marc Anthony. La parte de La India es bien difícil, ¿no?
Esa parte está altísima. Pero gracias a Dios que tengo el registro de ella. Él se sorprendió, más bien, cuando yo levanté la voz. Yo misma me sorprendí… Siempre que Marc Anthony venía al Perú me mandaba llamar, porque una vez se sintió malito y yo lo ayudé con su estómago…

¿Le impusiste las manos?
Sí. Y la última vez que me llamó le pregunté “¿Estás mal?”. “No, pero quiero estar contigo mami”. Yo tengo una cara de mamá… Todo el mundo me dice mamá. Bueno, me jalaba para que cantara Vivir lo nuestro, y yo “no no no”. “¿Qué hago cantando esas cosas?” pensaba. Pero cuando tuve que hacerlo de verdad sentí un gusto… Terminé así, temblando.

En el video no se te ve nerviosa.
¡Si supieras cómo me temblaban las piernas! Estaba… (De pronto, violentamente, un hombre en traje se sienta al lado de una sorprendida Eva Ayllón; explica su irrupción diciendo “soy tu fan” y le da indicaciones a otra persona que está frente a la mesa: dos fotografías con dos celulares, uno en cada mano. Sin decir nada más, sin mirarla siquiera, tras obtener lo que buscaba el fan se va…).

¿Qué pasó aquí?
¿Ves lo que te decía? Aquí somos muy querendones, hermanito. Pero también somos muy…

Confianzudos, ¿no?
Hay que armarse de paciencia. Yo ya lo he asimilado bastante.

Debe haberte costado.
Es bien difícil: dolorosamente difícil. A veces es como si no te pertenecieras a ti misma. Algunas personas desbordan en afecto y, bueno, es su forma de querer. Pero pueden asustarte. Tú no sabes si la persona te va a abrazar o tiene una bomba, no sé…

Mantener el equilibrio con tu público debe ser difícil. Finalmente es eso, tu público.
Yo nunca voy a olvidar una vez en el supermercado: estaba tratando de alcanzar algo en un anaquel. Estoy así, estirándome, y una señora me jala del saco: “fírmame un autógrafo”. Y yo tenía medio agarrada una lata de no sé qué. Le digo “¿me espera un ratito?”, y cuando bajo ya se ha ido. Cuando llego a la caja escucho “voy a llamar a Magaly, porque hay cierta gente a la que hay que enseñarle a comportarse…”. Mira, he volteado. No puedo repetir lo que le dije a la señora pero la mandé bien lejos. No comprenden pues, qué le hubiera costado esperar. Pero ya me acostumbré: si quieren filmar que filmen. Luego les digo “¿me das una copia? O si no, cuélgalo en el Youtube” (risas). Por eso a mis hijos no les gustaba mucho andar conmigo antes, porque sentían que le prestaba más atención al público. Yo decía: “esta señora te paga el colegio, hijo”. “Esta otra te paga las zapatillas que tienes puestas”…


Cheesecake de maracuyá. Tres leches tradicional. Waffles con helado y miel de maple. Cojín de chocolate.

Dime, ¿es verdad que hay un bajón cuando se acaba el concierto?
Sí, hay una tristeza inmensa. La pasas muy mal. Porque después de haber estado con un público que te aclama, que grita “te amo, me muero por ti” y canta contigo… Después de eso vuelves al escenario y sientes (imita el sonido del viento) nada… Yo he llorado. He sabido llorar en medio del escenario, solita, cuando ya van a apagar las luces.

Puedo imaginarlo.
He llorado mucho, mucho. De felicidad y de tristeza también. ¿Sabes cómo me he sentido? Abandonada. ¿Por qué se van? ¿Por qué no esperan a que salga y me acompañan? Y una está después en el carro, pensando “¿quién podría decir que yo, que estoy aquí sentada, he logrado lo que he logrado?”. Y llego a mi casa, sola, mirando el techo. Y no hay ningún aplauso. Abandonada… Pueden parecer locuras, pero ese sentimiento hay.

La imagen de la soledad debe ser esa, la del artista después de su actuación. ¿Y ahora qué, no?
Y ahora qué.

¿Tienes algún sueño recurrente, Eva?
Sí. Solía soñarlo mucho. Sueño que estoy cantando, y por una ventana alguien me dispara. Y yo veo cómo la bala penetra en mi corazón, y mi corazón explota. Y caigo, caigo, caigo y escucho un eco: “Eva…”. Pero no veo a nadie que yo conozca. Uy… (hace una cara). El ácido del postre, qué rico. Maracuyá, ¿no? Delicioso, tienes que probarlo.

¿Eres dulcera?
No, mi hermana y yo somos full salado. Aunque soy adicta al chocolate. Pude quitarme la Coca Cola, pero con el chocolate no puedo aún. Yo soy sonámbula del chocolate.

¿A qué te refieres?
No te rías, ¿eh?

Voy a tratar.
En Estados Unidos hay una marca de chocolate; no repito el nombre porque no sé pronunciarlo. Yo la cajita la dejo sobre mi tocador: cuando voy a acostarme, bañadita, relajadita, estoy mirando la caja de reojo. Me levanto, agarro un pedacito y luego me duermo. Dormida me levanto, agarro el chocolate y lo escondo. Entonces, al día siguiente “¿dónde lo puse, dónde lo puse?”. Pongo todo de cabeza. En la noche, dormida, me vuelvo a levantar y saco el chocolate. Y amanezco con chocolate en la boca.

O sea, la Eva despierta no sabe dónde está el chocolate.
Pero la Eva dormida sí sabe. Es de locos.

He estado encantado, Eva. En la casa somos tus fans.
Acá has tenido a la negra sobrada de la Eva Ayllón, pues. Eso dicen, ¿no?

¿Por qué?
Será porque a veces no volteo. Me hacen “pssst - pssst”, pero yo no me llamo “pssst - pssst”. O gritan. No sé, hay formas. Si tú me llamas con cariño, con respeto, yo cruzo la vereda por ti hermanito.


Esta nota se realizó en el restaurante Aïoli.
Calle Germán Schreiber N° 253, San Isidro.
Teléfono 222-5114
Agradecimiento: Edgar Sotomayor

[esta entrevista fue publicada en la revista elgourmet.com, edición de octubre de 2007]

  1. Anonymous Anónimo | 23 mayo, 2010 |  

    SALUDOS A ELLA , MUY BUENA ENTREVISTA ..COMO SIEMPRE , ES ESPECTACULAR ..SALUDOS DE NUEVO A ELLA...FUEGO CABALLERO